sábado, 8 de noviembre de 2014

Puno

La singularidad, brillantez y profusión de las fiestas, danzas, ferias, vestuario, costumbres y artesanía puneñas le han ganado al departamento el título de "capital folklórica de América".




Instrumentos Andinos

Para la entonación de sus melodías los antiguos peruanos contaron con instrumentos musicales finamente elaborados, aunque sólo conocieron los de percusión, los de sacudimiento y los de viento. Entre estos últimos, los más usados en Puno para acompañar las danzas son, además de la antara o zampoña, la quena, el sicu y el pincullo. Entre los instrumentos musicales, los más típicos del departamento andino de Puno son los siguientes:

La Quena

Es el más típico instrumento musical del antiguo Perú y de las actuales poblaciones nativas. Es una flauta de caña o hueso, con 3 a 6 agujeros equidistantes entre sí, y cuya longitud no excede los 30 cm.




La Antara

Zampoña o flauta de Pan, compuesta por una fila de 3 a 15 tubos, cuyas longitudes están determinadas por el tono deseado. Puede ser de cerámica (al modo de los mochicas y nazcas) o de caña hueca.




El Sicu

Los aimaras llamaron sicus a las antaras grandes, compuestas de dos órdenes de siete tubos, el mayor de los cuales puede medir hasta un metro y los restantes van decreciendo en tamaño. Los ejecutantes de este instrumento son llamados sicuris o tocadores de sicus.




El Pincullo

Flauta de caña o madera vertical con seis agujeros, hecha con un tallo de huarango, cuya longitud puede alcanzar 1,20 m. Antes de tocarla se la remoja toda la noche en agua, chicha o aguardiente.




Danzas

En Puno se han catalogado más de 300 danzas y bailes típicos, que por su ubicación cultural se pueden clasificar en aimaras y quechuas. Existen danzas netamente autóctonas de carácter rural, danzas de origen colonial que satirizan a los conquistadores, y danzas mestizas.

Otros estudiosos clasifican a las danzas puneñas en cuanto a su rol o función socializante, las dividen en categorías tales como danzas de cordillera, de cazadores, de pastores, agrícolas, descriptivas de personas o situaciones (costumbristas), de carnavales, matrimoniales, satíricas, guerreras, de sicuris, y mistificadas (de "trajes de luces").


Ayarachi

De origen quechua, según diversos estudios también emparentada con las variantes de las danzas de sicuris del departamento, presenta una comparsa de zampoñistas tocando melodías fúnebres, que expresan el dolor del nativo oprimido. Actualmente se baila principalmente en las festividades de la Virgen del Rosario en Paratía (Lampa).

Participan en la danza conjuntos de 15 a 20 varones (acompañados de t'allas o doncellas), luciendo trajes negros adornados con expresiones ecológicas del altiplano y sombreros con enormes plumas de avestruces y cóndores teñidas de vivos colores; tocan la zampoña grande y bombos, produciendo una música triste y fúnebre.

Las t'allas visten montera bordada de florecitas, polleras negras y casaquillas adornadas de coloridos botones.




Carnaval de Arapa

Danza erótica y agrícola que rinde culto al amor, a la tierra y a la fecundidad. Destaca el juego coreográfico lleno de vigor, impulsado por una melodía que habla de la estirpe quechua de los danzarines, nacida a orillas del lago de Arapa, en la provincia de Azángaro. Es bailada por los campesinos adolescentes quienes, empuñando banderas blancas, coordinan rítmicamente sus movimientos con los de éstas, traduciendo el debate amoroso entre las parejas.




Choq'elas

Danza ritual aimara que simboliza el tradicional chaco, o cacería de las vicuñas para esquilarlas. En su primera parte se representa la invocación a los espíritus de los antepasados (achachilas) y los dioses tutelares (apus), rogándoles que otorguen éxito en la cacería y que ésta sea abundante. La segunda parte de la danza simboliza el acorralamiento de la comunidad a la vicuña, y la tercera su captura.

Los personajes son el choq'ela y la choq'ela-ahuila (pareja de ancianos), cuyo vestuario luce numerosos velloncitos de lana; los bailarines (la comunidad) llevan sombreros con plumas y el yokalla (adolescente) carga una vicuña disecada para la danza.


Chunchos de Yahuarmayo

Danza guerrera de las tribus selváticas de las provincias de Sandia y Carabaya, cuyos sangrientos rituales, además de su fama de bravura y fiereza, han originado este nombre quechua, ya que Yahuarmayo significa "río de sangre". Es ejecutada por unos diez varones, al son de flautas y un tamborcito.


Diablada Puneña

Conocida y famosa danza ritual mestiza que reúne a cuadrillas de hasta 150 danzarines, que bailan al son de una alegre música en las festividades de la Virgen de la Candelaria, durante la cual, según una tradición popular puneña, "se abren las puertas del cielo y del infierno". Representa el triunfo del bien sobre el mal, al dominar el personaje disfrazado de "Arcángel" o "Ángel" a las bandas de los diablos.




Los diablos llevan una vestimenta muy lujosa, bordada con brillantes hilos de oro y plata y abundante pedrería, complementada con una terrorífica máscara de enormes ojos y culebras asomándose por todas partes. La figura principal es un gran Diablo, cuya vestimenta es aún más lujosa y su máscara mucho más grande. Sus botas están cubiertas de cascabeles y lleva en las manos pañuelos de distintos colores.




Otros personajes menores son: El Caporal, la China Diabla (la hembra del Caporal), el Diablillo, el Viejecito, el Esqueleto, etc.




Sin embargo, año a año se van agregando nuevos personajes, ya que mucha gente le pide algún milagro a la Virgen de la Candelaria prometiéndole bailar al otro año en su fiesta; como los trajes son muy costosos, se improvisan otros disfraces de más fácil adquisición, como la Viuda, el Mexicano, el Piel Roja, el Llanero Solitario, Batman, etc.


Pandilla Puneña

Se baila exclusivamente en los carnavales, lo que los hace ansiosamente esperados por todos. Constituye la mayor expresión del modo de sentir y divertirse del pueblo puneño, y se tienen noticias de su existencia desde antes de 1880. Es una danza señorial con música de huaynos pandilleros, en cuya realización se reúnen todos los estratos sociales, con el inicio obligado de la marinera puneña. Varones y mujeres, vestidos con hermosos mantones de manila, se desplazan elegantemente siguiendo una coreografía extensa y complicada, que podría calificarse hasta de exagerada.

Para los puneños, la pandilla es la danza por excelencia, tanto así que no se incluye en los concursos de danzas regionales: hay competencias especiales sólo de pandillas, provenientes de diferentes ciudades del departamento.




Q'ajelo

Danza de los jóvenes cordilleranos, conocida también como "danza del Kcarabotas", jinete bravío y solitario, dominador de las alturas, desbravador de potros, amo del pastoreo y raptor de pastoras solitarias, a las que somete con su látigo de cuero. Es ejecutada por cuatro o más parejas, vestidos los hombres con atuendo cordillerano: chullo y sombrero, doble poncho de vicuña y gruesa bufanda, altas rozaderas de cuero sobre los pantalones, con un puñal en la pantorrilla, charango a la cintura y a veces algún arma de fuego.




Sicuris de Taquille

También de estirpe aimara, es una danza de contenido mágico. Interviene una tropa de unos 24 zampoñistas tocando una melodía pausada y melodiosa, acompañados de bombo y tambor, y un grupo de mujeres. Vestidos todos con tejidos de vivos colores y sombreros emplumados, danzan durante la época en que los sembríos están floreciendo, como homenaje y agradecimiento a la generosidad de la Pachamama.




Wifala

Danza pastoril quechua (aunque se supone de origen colonial), bailada principalmente en carnavales por los jóvenes en edad de matrimonio, con música de pincullos y tambores. Se ejecuta en parejas, con los danzarines vestidos con indumentaria típica de su lugar de origen. La coreografía consta de tres partes: la primera, conocida como "pandilla", manifiesta el vigor, entusiasmo y resistencia de los protagonistas; la segunda, o "guerra", que representa las pruebas que las mozas ponen a los varones, que ellos vencen para poder empezar el servinacuy (matrimonio de prueba) y, finalmente, el cacharpari o despedida, con música más lenta.




Tradiciones y Leyendas

La leyenda de Manco Capac y Mama Ocllo, que les atribuye haber salido del lago Titicaca para civilizar a los pobladores de la región y formar un imperio, es de todos conocida. Inclusive cada 4 de noviembre se escenifica este mito en el propio lago, con gran despliegue de balsas de totora, reuniendo asistentes tanto peruanos como bolivianos.




Existe sin embargo otra leyenda, que explica la división geográfica y étnica del departamento. Según esta historia, dos personajes rivales, Inkari y Kollari, decidieron un día poner fin a sus disputas, y definir de una vez a quién le correspondería el dominio de las zonas de Puno y Cuzco. La apuesta consistió en comerse un costal entero de habas; aquel que terminara primero ganaría el dominio de toda la zona y obtendría en ella ricos cultivos de cereales. Venció Inkari y se hizo dueño del lugar; Kollari, el perdedor, fue confinado a una zona inhóspita, que tomó el nombre de "tierra de los collas".

Otro ritual tradicional representado en Puno es el Capac Colla, basado en un drama incaico en torno a un cacique de ese nombre que vivió probablemente en el siglo XV. Esta escenificación se realiza desde 1994 en la explanada del complejo arqueológico de Sillustani, con la asistencia de cerca de 15 mil turistas nacionales y extranjeros.

La fecha fijada es el 18 de setiembre y en el acto se expresa la aflicción del pueblo colla ante la muerte del cacique anterior y se procede a la coronación del heredero, finalizando con un concurso de danzas autóctonas.

Ceremonia del Chaco

La cacería de la vicuña con fines de esquila o chaco es otra de las costumbres ancestrales que subsisten hasta la actualidad en Puno. Específicamente en Cala Cala, en la provincia de San Antonio de Putina, a 130 km al norte de Puno, cerca de medio millar de campesinos pertenecientes a cinco comunidades, agrupados en el denominado Comité de Vicuñas de Cala Cala, participan cada año en el mes de setiembre de esta singular "captura". Esta actividad se realiza desde 1991, año en que el gobierno encargó el manejo y cuidado de estos auquénidos a los campesinos organizados.




La ceremonia comienza antes de la medianoche con el ritual del pago a la tierra; al amanecer los campesinos, provistos de tapas de ollas y silbatos, suben a los cerros formando un círculo humano y proceden a acorralar y esquilar a las vicuñas, tarea que no es indiscriminada ya que se excluye a las crías y a aquellos ejemplares enfermos o cuya lana no tiene la calidad suficiente. La esquila se realiza ante la presencia de representantes de la Comisión Nacional de Camélidos Sudamericanos y de la Sociedad Nacional de Criadores de Vicuñas.




Los comuneros tienen la responsabilidad de cuidar a las 685 vicuñas que hay en las 2 500 hectáreas de esta reserva, ya que no obstante una reciente legislación dada al respecto, los cazadores furtivos son una constante amenaza para la conservación de este camélido, cuya lana bruta se cotiza a 500 dólares el kilo.


La Fiesta de la Candelaria

La manifestación de fervor y entusiasmo popular más grande del pueblo puneño se festeja oficialmente del 1 al 19 de febrero, aunque la ciudad se anima mucho antes con los preparativos, las novenas y la llegada de peregrinos y turistas.

Narra la tradición que en la mina de plata de Laycacota, hacia 1675, la Virgen María se aparecía a los devotos mineros, ayudándoles con su misericordia y bondad, motivo por el que la homenajeaban con gran devoción, siendo venerada como la Virgen de la Candelaria, patrona de Puno.




Otra versión cuenta que en tiempos de los incas el pueblo fue atacado por hormigas, sapos y una gigantesca serpiente.

Los sacerdotes invocaron a la "ñusta, diosa del bien" que convirtió a la culebra y a los sapos en cerros y piedras y a las hormigas en lago. Una versión distinta, esta vez española, narra que cansados los españoles del sitio de San Carlos de Puno por Pedro Vilca Apaza, sacaron en procesión a la Virgen y los reflejos de su vestido convencieron a los rebeldes de que habían llegado refuerzos, abandonando el acoso desde los cerros Azoguini y Machallata.

La fiesta comienza el 24 de enero, cuando los devotos mandar oficiar las misas de novena para reafirmar su fe. El 1 de febrero se realizan las albas tradicionales, en las cuales participan cuadrillas de bailarines, tropas de sicuris y hay quema de castillos. El 2 de febrero se inicia oficialmente la festividad, con el concurso de danzas autóctonas.

El domingo siguiente al 2 de febrero es la "octava", que se empieza a festejar desde el día anterior con albas, a cargo de diferentes conjuntos de luces, en los barrios y cerros que circundan la ciudad. A las tres de la tarde es la "entrada de ceras" y por la noche la quema de fuegos artificiales en el parque Pino, donde se encuentra el santuario de la Virgen de la Candelaria, con participación de conjuntos populares de danzas y del pueblo en general.

En la "octava", a las ocho de la mañana se inicia el concurso folklórico de trajes de luces en el estadio "Enrique Torres Belón". La danza más característica de esta festividad es la famosa "diablada puneña", de tradición aimara, y que simboliza la eterna lucha entre el bien y el mal. A las once se celebra la Misa de Fiesta, y a las dos de la tarde sale la procesión. La fiesta concluye con los cacharparis o despedidas a partir del cuarto día.




La celebración de la "mamacha Candelaria", en la que participan cuatro mil danzarines, reúne cada año a aproximadamente 60 mil visitantes u demanda un gasto promedio de 10 millones de dólares (cabe tener en cuenta que el traje de cada danzarín puede llegar a costar más de mil dólares).




En la fecha central de homenaje a la pequeña imagen (mide poco más de un metro), además de la misa y los fuegos artificiales, los responsables elegidos el año anterior agasajan a sus invitados con viandas típicas como el rocoto relleno, pepián de cuy, caldo blanco, asado de chancho, etc.


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