miércoles, 29 de octubre de 2014

Moquegua

La primera referencia a lo tradicional en el departamento de Moquegua es su agradable clima; las hermosas puertas claveteadas de bronce y plata, y los clásicos patios coloniales de sus antiguas residencias; su artesanía de paja y su cerámica; sus sabrosos dulces y frutales; sus "entierros" y la milagrosa Santa Fortunata.




Moquegua muestra la supervivencia hispana en sus habitantes, en su lenguaje, en sus costumbres y en su tradición oral.

Muchos de los llamados "arrorro" han variado extrañamente la letra presentando curiosas expresiones, pero su tonalidad es siempre suave y tierna.

Los primeros "cuentos de fórmula" narrados por la madre a su hijo son parte de este dulce juego y enseñanza que contiene el folklore materno-infantil: "¿Quieres que te cuente el cuento del gallo pelao, que pasando el río se quedó helao?".

Aún hoy no resulta extraño escuchar de algún afortunado que ha destapado un "entierro". Son famosas las alacenas ocultas, empotradas a las gruesas paredes de sus antiguas casonas que de repente son descubiertas guardando grandes tinajones con oro y plata.

Muchas fortunas han tenido ese origen, aunque a veces se dice que solamente es habladuría de la gente. La "Pequeña antología de Moquegua" (de Ismael Pinto Vargas) revela en "Alma de un pueblo", la vigencia actual de conocidas leyendas como "la de la viuda", esa fantasmal aparición que aterra a grandes y chicos, y cuyo recuerdo es a veces explotado por algún intencionado visitante nocturno.

Reaparece también, la sabrosa anécdota (ahora cuento) de "Aquí están los moqueguanos", discurso olvidado de los ya casi desaparecidos alfajores: "ya se van los moqueguanos", grito que clama por un artista que lo plasme para siempre en canción, así como Atilio R. Minuto lo perpetuó en relato burlón.


Letrillas

En los momentos en que Moquegua discute sus problemas o un hecho que ha ganado popularidad, y sobre todo en época de elecciones, aparecen célebres "letrillas" moqueguanas, cuyos autores suelen firmar con los seudónimos de "El Nuncio", "El Duende", "El Brujo", etc.

Estos pequeños poemas tienen el efecto de un fallo judicial. No hay moqueguano que deje de leerlos y no termine por compartir la opinión del autor.

Muchos de ellos son picantes, sarcásticos, subidos de tono, pero a los moqueguanos les gusta leerlos y los encuentran muy sabrosos.

Estas letrillas circulan en las vísperas de las grandes fiestas religiosas (Santa Fortunata, Santa Catalina).

En muchos casos aparecen escritas en letras rojas, de preferencia cuando están dirigidos a censurar la actitud o el proceder de alguien.

Rescatamos éstas, descriptivas y añorantes: "Los morenos en comparsas / danzaban bailes antiguos / que todavía las gentes / recuerdan por estos trigos." "Al son de música extraña / con flautas y con tambores / que tocaban a impulsos / de la coca y el licor."

En moquegua el apodo popular es pícaro e ingenioso; por eso, no falta en las letrillas la "chapa" del personaje que interviene en el poema. Son también abundantes en la vida cotidiana los apodos, como "la susuca", "las sin zapatos", "las churucas", "el pichón calato" (a un arrogante coronel), "la quita cueros".


Fiestas

Las familias moqueguanas recuerdan con nostalgia las alegres reuniones campestres en que la marinera estallaba de entusiasmo con la fina gracia de las damas, mientras que las más tranquilas parejas hacían honores a las sabrosas paltas y aceitunas, al siempre exquisito zapallo (el mejor del mundo), a los damascos y bollos de yema y "las cocadas de Moquegua". Otras danzas tradicionales son la sarauja, la cuchumbaya y la cacharpaya.




Las fiestas religiosas de la ciudad no reúnen como antes largas caravanas procedentes de pueblos del interior y departamentos vecinos llegando con danzas y vestuario típico; era ocasión para recordar la elegante "cuadrilla de lanceros" que se bailó en sus salones hasta las primeras décadas de este siglo. Sin embargo se festeja aún a sus santas más famosas como Santa Fortunata y Santa Catalina, así como la fiesta de la Cruz en el mes de mayo, que es una de las más concurridas.

El rasgo peculiar de esta fiesta es la gran cantidad de cruces que aparecen. Los moqueguanos suelen dividirse en grupos para acompañar la cruz de su devoción y de su fe.

Desde el mediodía comienza la tarea de recaudar los donativos necesarios para costear los gastos de la fiesta y comprobar los adornos multicolores que llevará la cruz.

Allí están por calles de Moquegua la cruz del Calvario, la del Portillo, la de San Bernabé, la de Cuarí, la de Huayco y por la campiña están las cruces de Huaracani, Estuquiña, San Antonio, etc.

En horas de la noche el espectáculo es sugestivo. En la cima de los cerros, en las faldas de las quebradas, encima del verdor de la pródiga campiña y en la misma ciudad se recortan como enormes luciérnagas las luces de las linternas y de los cirios que alumbran a cada cruz.

La fiesta de la cruz dura toda la noche. Alrededor de los "augustos maderos" danzan las comparsas y los fieles ofreciendo plegarias y rezos al Señor. En el mismo mes de mayo, el día 15, se celebra a San Isidro.


Santa Fortunata

La única iglesia en el Perú y posiblemente una de las pocas en el mundo en que se venera a un santo de cuerpo presente, es la iglesia de Santo Domingo en la ciudad de Moquegua, donde está permanentemente expuesto en una urna el cuerpo de Santa Fortunata, virgen y mártir de los primeros siglos del cristianismo.




Es extraordinaria la devoción que existe en Moquegua por esta santa, a la que se le atribuye muchos milagros y que, según la tradición, ha prevenido los acontecimientos que han ocurrido en Moquegua a través de milagrosos fenómenos, como el crecimiento de sus uñas y de sus cabellos. Se dice que comenzó a sudar antes de que el ejército chileno, a órdenes del comandante Salvo, entrara a la ciudad, a la que impuso crueles cupos de guerra.

Su fiesta, que se celebra el 14 de octubre, da lugar a un verdadero acontecimiento de fe y devoción al que se unen numerosos peregrinos que llegan de todas las localidades del departamento y de los vecinos.




Santa Fortunata figura entre los mártires del cristianismo, pero es muy poco lo que se conoce de su vida y no se sabe exactamente en que año murió, aunque se cree que fue hacia el año 300.

Su cuerpo, sepultado en las catacumbas de Calepidio, permaneció allí durante 15 siglos, hasta que el Papa Pío VI autorizó su exhumación y dio igualmente permiso para que el cuerpo de la santa fuera conservado o donado y expuesto a la veneración pública, junto con el vaso con su sangre que se conservaba en su tumba. Estos hechos sucedieron en 1793, época en la que, nombrado custodio de las sagradas reliquias Jaime Severine, canónigo de la iglesia de San Marcos de Roma, decidió donarlas al padre Tadeo Ocampo, prefecto y comisario de misiones del apostólico Colegio de Menores Franciscanos de Moquegua.

Pero todos estos hechos están rodeados de relatos y leyendas. Así, por ejemplo, se dice que el cuerpo de Santa Fortunata fue llevado por doce franciscanos, en un peregrinaje por diversos países. Todos ellos murieron y el último que quedó la trajo a Moquegua.

Se asegura también que Tadeo Ocampo fue el que hizo el peregrinaje en el mismo año de 1793, recorriendo España, Brasil y Argentina, países en donde se rindieron grandes honores a las reliquias, las que finalmente llegaron a Moquegua el 8 de octubre de dicho año.

Existen otras versiones que dan crédito a hechos de naturaleza milagrosa, pero todos estos relatos tienen en común la creencia de que fue la propia santa la que decidió permanecer en Moquegua haciendo su cuerpo tan pesado que nadie pudo levantar la urna.

Cuenta la tradición que en todos los puertos en que quisieron desembarcarla ocurrió lo mismo y que el milagro se ha repetido varias veces en Moquegua, cuando los franciscanos acordaron enviar las reliquias a las lejanas islas de los mares del Sur o a otros países de América en donde querían estimular las vocaciones.

Dentro de la urna se encuentra aún el vaso que contiene la sangre de la santa que, según afirmación de sus devotos, se ha licuado también en varias oportunidades.

Su llegada a la ciudad de Moquegua en 1793 dio lugar a grandes muestras de fervor que se repitieron por espacio de una semana, durante la cual se expusieron por primera vez las reliquias a la veneración pública en esta ciudad, cuyas calles fueron alfombradas de flores.

Los restos están cubiertos por una capa de yeso que le dan el aspecto de una imagen. Fueron venerados primero en la iglesia matriz y a causa de los terremotos se trasladó a San Francisco y después a Santo Domingo, donde se encuentran actualmente.




lunes, 27 de octubre de 2014

Loreto

Personajes típicos

El Regatón

Es una figura legendaria en la selva, integrada desde tiempos remotos a la vida de los pobladores. Es una suerte de vendedor ambulante que se moviliza sobre un bote o balsa, recorriendo ríos, quebradas y lagos para negociar con los habitantes de las riberas. Trueca su mercadería (generalmente prendas de vestir, artículos y enseres domésticos, sal o alimentos en conserva, y por supuesto aguardiente) por pieles, granos, animales, jebe, polvo de oro, etc. Estos regalos cubren las necesidades de los habitantes de comarcas apartadas, comunidades nativas, campamentos madereros y lavaderos de oro, que no pueden ir de compras fácilmente a los centros poblados. 

Es preciso señalar, sin embargo, que aunque el regatón es un negociante que se expone a múltiples riesgos, muchas veces abusa de sus prerrogativas, tomando a cambio de sus mercaderías cantidades excesivas de los materiales de la selva.


El Matero y el Trochero

El matero es el experto conocedor de la selva, que la cruza en cualquier dirección, atraviesa quebradas, "aguajales" y marañas, conduce a las expediciones que buscan "manchales" de maderas extractivas y preciosas. Su complemento es el trochero, que premunido de hacha y sable se encarga de abrir el camino para el matero y el grupo que éste conduce.

Las expediciones, por lo general, se componen del patrón que las financia, el matero, el trochero y varios porteadores o "cargueros" que llevan las provisiones; éstas constan por lo general de fariña, arroz, frejol, chancaca, plátanos, yuca, y por supuesto el imprescindible "masato".


El Práctico

Se conoce con este nombre a los pilotos que navegan por los cambiantes cursos de los ríos de la selva. Ellos deben poner en práctica toda su pericia y todas sus dotes de observación para encontrar señales que los orienten en el bosque, pues los ríos son tan caudalosos que modifican constantemente su ruta o canal; puede suceder que una isla que avistó en la mañana ya no sea visible al caer la tarde.

El práctico acostumbra llevar una bitácora de viaje donde anota todas las ocurrencias de su recorrido para reportarlas al llegar a la capitanía.


El Chacarero

Vive a la orilla de los ríos, practicando una agricultura primitiva con el método de tala, roce y quema. Cultiva principalmente plátanos, yucas, maíz y frejoles, pero la "chacra" es abandonada después de haber obtenido dos cosechas, dado que el suelo de la selva, una vez desprovisto de su vegetación natural, es pobre.

Artesanías

Las etnias loretanas elaboran una gran cantidad de artículos artesanales, como cestos de paja, piezas de cerámica, telas pintadas, bordados y otros utensilios y adornos hechos a base de recursos naturales de la región, como cortezas, hojas, flores, fibras vegetales, semillas (huayruros, ojos de vaca), plumas de ave y maderas de diversa calidad.




Muchos indígenas destacan como constructores de canoas y balsas, hechas con una madera especial llamada "palo de balsa", que es liviana y de gran flotabilidad; otros se dedican a plantar estos árboles como una especie de negocio.

Los indios huitotos fabrican un peculiar instrumento conocido como manguaré, cuya construcción puede tomar años. Se trata de un instrumento de percusión o idiófono, compuesto de un gran tronco ahuecado al que se ha practicado una ranura a lo largo; éste es golpeado con unos macitos también de madera, produciendo un sonido de gran volumen. Cuando las condiciones son favorables, el alcance audible del manguaré es de 30 km. 




Además de ser usado como instrumento de transmisión de mensajes en clave, los indios usan el manguaré como el principal utensilio musical de sus fiestas; es el acompañante de las melodías del cantante de la tribu que celebra, danzando a la luz de las hogueras, hasta que todos sus miembros quedan exhaustos.


miércoles, 22 de octubre de 2014

Lambayeque

El Lundu y el Tondero

Lambayeque fue uno de los departamentos más poblados de esclavos negros traídos especialmente para dedicarse a las faenas agrícolas (siembra de caña de azúcar, algodón, vid, olivo, tabaco, etc.) y la zona de Saña fue una de las de mayor densidad en este tema.

Los esclavos negros trajeron no solamente su lengua, sino además numerosos cantos y danzas, que interpretaban en las famosas fiestas nocturnas de Saña.

Según investigaciones y ensayos de Nicomedes Santa  Cruz, una de estas danzas fue el llamado “lundu” por la región del África de donde provenía, es decir, Luanda (Capital de Angola). Y de modo similar a como al bailarín de cumbia o guaracha se le llama “cumbiambero” o “guarachero” respectivamente, es probable que la bailarín de “lundu” se le haya llamado “lundero”, como en los estribillos de la canción “Saña”.



Al lundero le da,
al lundero le da,
al lundero le da, ¡saña!
Al lundero le da…


Por las descripciones de este baile que se han conservado, se sabe que era un cruda representación del acto sexual que escandalizo al clero, motivando los constantes anuncios de castigos divinos por esta “danza maldita”.

En la época de la inundación la danza ya se había amestizado y “folklorizado”, siendo conocida con el nombre de la ciudad: “saña”. Pero aunque había perdido buena parte de su carácter sexual, seguía causando escándalo en el seno de la iglesia, pues los estribillos incluían a ritos y santos, en son de burla.

Tras el abandono de la ciudad, desapareció la “saña” y en su lugar apareció el “tondero”, probable corrupción del término “lundero”. El tondero conserva la estructura de tres secciones de la saña: glosa, canto y fuga, estando las secciones primera y última en el melancólico modo menor.

La coreografía conserva la intención de acercamiento erótico del primitivo “lundu”, y las letras se han convertido en pícaras alusiones sobre temas y situaciones amorosos.

En la actualidad, diversas ciudades norteñas (Trujillo, Chiclayo, Lambayeque y Piura) se disputan el ser la cuna del tondero.





El Caballo de Paso Peruano


Típica estampa de los campos norteños la constituye el chalán montado en su caballo de paso, cuya fama ha traspasado las fronteras peruanas y se ha extendido al mundo.


En efecto, expertos en diversas razas equinas, provenientes de Centroamérica, Bolivia, Colombia, Ecuador, Argentina y Estados Unidos, aprecian mucho el gracioso andar de estos animales que, así transiten por el peor de los terrenos, no sacuden ni estremecen al jinete, que viaja cómoda y suavemente.





El andar del caballo de paso peruano se originó por la necesidad de efectuar largas marchas por los arenales norteños transportando jinetes y cargas pesadas. Normalmente los caballos caminan adelantando una pata delantera y la pata trasera opuesta; en cambio, el caballo de paso peruano levanta las dos patas de un mismo lado, en un paso menudo que recuerda el gateo de un pequeño. Es este “gateo” lo que le permite ahorrar fuerzas, desplazándose cómoda y velozmente por el desierto.


El caballo de paso peruano no camina más que al paso y, gracias a su “gateo” propio, está siempre bien apoyado y en contacto con la tierra, lo que le permite una gran estabilidad y seguridad en los más difíciles terrenos.


Este peculiar tipo de marcha modeló la estampa del caballo de paso: pelaje clareado por el intenso sol, cuerpo largo, cuello vigoroso y ancas bajas, puesto que no hace fuerza con las patas posteriores hacia atrás. Característica suya es también el llevar la cabeza ligeramente ladeada, para hacerles frente al viento y la arena.






La asociación de criadores y propietarios de caballos de paso peruano ha obtenido un tipo seleccionado “standard” para preservar las principales características de este noble caballo, no sujeto al imperativo de viajar por el desierto.


El Curanderismo


Lambayeque ha sido el centro principal del curanderismo y la magia del antiguo Perú. Las evidencias más antiguas de estos ritos se encuentran en los restos de cerámica. Existen ceramios Moche describiendo escenas de curaciones mágicas e incluso representaciones del cacto conocido como "San Pedro", con el que se prepara una bebida alucinógena de gran importancia ritual.

El curanderismo aún se mantiene muy vigente entre otras razones por las generalmente malas condiciones higiénicas que propician la aparición de enfermedades y la escasez de asistencia médica apropiada (que genera la necesidad de que alguien se ocupe de curar).




Las Chicherías



La chichería, norteña combinación de club social del barrio, encomendería y fonda, se anuncia luciendo su típico "estandarte": una servilleta blanca amarrada a la punta de una caña, en uno de cuyos extremos se mecen una hoja de lechuga y un ají amarillo.

La chichería es una institución que aún subsiste, si bien lánguidamente, en los barrios aledaños de las ciudades y en los pequeños pueblos vecinos. Desprovista de lujos, por lo general su mobiliario consta de unas toscas bancas y mesas de madera y varios “mulos” de chicha de diversa calidad, y está animada por su dueña, experta preparadora de "piqueos".


El mediodía y las seis de la tarde son las horas de mayor reunión y algarabía, con gente de paso que llega a comer y refrescarse con chicha, comensales atraídos por la buena sazón de la casa y jaranistas que siempre encuentran un buen pretexto para acudir al lugar.


A pesar de su modesta apariencia, muchas chicherías se han hecho famosas, e incluso sus nombres aparecen en letras de canciones. Las más reputadas se ubican en los poblados de Ferreñafe, Reque, Monsefú y Santa Rosa, que ofrecen una verdadera  gama de chichas (hasta 40 sabores distintos). Porque la chicha no es una sola de calidad única. La primera diferencia la da quien  la hace, confiriéndole su sello personal. La segunda la da el tiempo de añejamiento, y la tercera  la determina la calidad de los ingredientes, pues una buena chicha resulta de usar jora de primera clase, agua y la mejor chancaca  o miel.






martes, 21 de octubre de 2014

La Libertad

Los Caballos de Paso

En La Libertad se encuentra el mayor número de ejemplares de esta variedad de hermosos y briosos caballos, famosos en el mundo entero por su peculiar paso. Los criadores señalan que fue en este departamento donde se inició la formación de esta especie (única en su género), ya que es el caballo de silla más suave del mundo. El caballo español que llegó a estas tierras con los conquistadores era producto de la mezcla de las primigenias jacas navarras y castellanas (de las cuales conservó la elevación de los miembros delanteros) con los caballos bereberes, cuyo desplazamiento, de cadencia muy especial, ha sido heredado de los antiguos caballos africanos obligados a mover las patas en forma lateral, debido a las arenas del desierto.




Al llegar al Perú, el caballo español es sometido a selección y a una dedicación muy especial, constituyéndose inclusive la denominada Asociación Nacional de Criadores y Propietarios de Caballos Peruanos de Paso, la cual, desde 1945, organiza un concurso nacional oficial que provoca el mayor interés.




El famoso "pellón sampedrano" es originario de La Libertad, es una artesanía peruana con más de dos siglos de existencia, y que hasta la actualidad se elabora en la ciudad de San pedro de Lloc (Pacasmayo).

Esta prenda se usa encima de la montura para evitar el roce de las piezas con las piernas del jinete. Su confección es muy laboriosa, pudiendo demorar hasta tres meses. Se hace fundamentalmente de lana fina de oveja, teñida a mano según fórmulas tradicionales caseras. Su peso, sin incluir el forro de cuero de becerro con que se usa, suele ser de 16 kg.


Los Caballitos de Totora

En Huanchaco, a unos 11 km al noroeste de Trujillo, todavía se aprecian, alineados sobre la arena de la playa como hace siglos, las siluetas delicadas de los "caballitos" de totora (tup en la lengua mochica), con las puntas hacia el cielo.




Estas frágiles embarcaciones preincas de proa levantada, hechas de totora prensada, miden 4 m de largo, y en ellas los pescadores huanchaqueros continúan poniendo en práctica las técnicas ancestrales de pesca. Su fragilidad, sin embargo, es aparente, pues estos "caballitos" son insumergibles, y en ellos los pescadores realizan largas jornadas.

Cuando el pescador introduce su "caballito" en el mar, lo lleva al hombro. Luego, lo lanza sobre las olas, salta sobre él y se coloca de rodillas, igual que los modernos corredores de tabla hawaiana, impulsándose con un solo remo, hecho comúnmente de caña de Guayaquil, partida a lo largo.





Festival de la Primavera

En el mes de setiembre, con la llegada de la primavera, la ciudad recibe numerosos turistas y vive un ambiente de fiesta, cuyo clímax es el Festival Internacional de la Primavera, organizado desde 1950 por el Club de Leones de Trujillo. El programa de actividades incluye un espectáculo deportivo en el estadio de Mansiche, del cual parte posteriormente el "corso de flores", un desfile en el que participan reinas invitadas de otros países, y vistosos carros alegóricos. Constituye gran atractivo la presentación de expertas "waripoleras", "chalanes", "mocheros" y "huanchaqueras" que desfilan al son de la marinera, el baile más representativo de la región.




Danzas

La Marinera

Hay muchas hipótesis sobre el origen de la marinera, y así como se dice que tiene raíces africanas y españolas, hay también interpretaciones que le atribuyen un origen indígena.




Según algunos, su antecedente sería la "moza mala" o "zamacueca" ("samacueca"), que contiene la raíz quechua y aimara sama, presente en expresiones vinculadas al descanso como día festivo, como muerte y como inspiración o aliento divino. Por ejemplo, samaquic equivale a "descanso de todos" o "reposo general"; y samaykuikuk significa "descargar el enojo" o "desfogarse en el campo".

El uso del pañuelo (característica infaltable de esta danza) está documentado como una moda imperante entre las mujeres de la nobleza incaica. Así, en la iglesia de la Compañía del Cuzco existe un cuadro representando la boda de Don Martín García de Loyola con doña Beatriz Ñusta (princesa incaica), en el que las hijas del Inca Sayri Tupac portan pañuelos en las manos. También encontramos representaciones de su uso en ceramios y tejidos mochicas. Con el tiempo, fueron convirtiéndose en los actuales pañuelos, según puede verse en las acuarelas mandadas a pintar por el obispo Baltazar Martínez de Compañón, en las cuales se les aprecia ya como parte obligada de la vestimenta.




Esta "samacueca" habría sido sacada de su contexto por influencia de los negros, quienes la desacralizaron y difundieron en pareja con mujeres catalogadas como "de baja reputación" o "mozas malas", de donde surgió el primer nombre conocido popularmente de esta danza: "mozamala". Tras la independencia, este baile fue popularizado, y al ser asimilado por las clases dominantes, adquirió rasgos hispánicos y franceses, convirtiéndose de "baile de chingana" en elegante danza de salón.

Durante la guerra del Pacífico (1879) la zamacueca era cantada por ambos bandos como un discurso, y conocido, tanto por peruanos como por chilenos, como "cueca" o "chilena". Para que no hubiese similitud en el nombre, el escritor Abelardo Gamarra la rebautizó como "marinera", en homenaje a nuestra marina de Guerra y a su almirante Miguel Grau, de heroica participación en dicho conflicto.

El nuevo nombre de "marinera" empezó a divulgarse desde entonces.


Otras danzas

Una danza característica de Santiago de Chuco es la denominada "vaca loca". Otras danzas conocidas son las de los "turcos", "huanchacos", "mojigangas", "huaris", "huananayes", la "huanquilla" y la "diablada" de Chiclín.




Junín

El folklore de Junín es uno de los más bellos del país.
La descripción de sus ferias, fiestas, danzas, bailes y artesanías llenaría las páginas de todo un libro, tal es su número, colorido y esplendor.




Ferias

La conocida feria de Huancayo es solamente la más grande de las decenas de ferias que se dan en el departamento, pues las hay en casi todos los pueblos, especialmente en los valles del Mantaro.




Porque la feria parece ser la expresión más completa del espíritu del hombre huanca: alegre, comerciante y emprendedor. El calendario es como para asistir a todas. Por ejemplo, el lunes en Huayucachi y San Agustín de Cajas; el martes en Pucará, Hualhuas y Viques; el miércoles en Jauja y San Jerónimo de Tunán; el jueves en Sicaya, Sapallanga y Orcotuna; el viernes en Aco, Ahuac y Chongos Bajo; el sábado en Chupaca, Matahuasi, Marco y Muquiyauyo y el domingo en Concepción, Jauja, Huancayo, Mito y Huaco, por mencionar algunas.

Están también las fiestas religiosas coloniales que dan nombre a pueblos como San Miguel de Huaripampa, la Natividad de Apata, la Asunción de Matahuasi, la Concepción de Achi, San Jerónimo de Tunán, la Ascensión de Mito, San Francisco de Orcotuna, Santa Ana de Sincos, Todos los Santos de Chongos, Santo Domingo de Sicaya, etc. Un calendario interminable de todos los santos del cielo instalados en los altares dorados de las iglesitas y camposantos de tejas y de barro.


Danzas y bailes

Son muchas las danzas que con entusiasmo y alegría se practican en los pueblos de Junín. Generalmente estas danzas la realizan los gremios de artesanos, tales como los sombrereros, los sastres, los carpinteros, etc. Entre ellas destacan los "negros", la "pachahuara", el "tiril", el "huaylas", la "pandilla", etc.




La "Chonguinada"

Es una de las danzas más atrayentes por la elegancia de su vestuario, colorido y recamado de oro y plata.

El nombre de esta danza, que imita a la cuadrilla y al minué pero rematando en un huayno, parece derivar de Chongos, uno de sus centros de mayor fama. Los hombres llevan generalmente una careta de fina malla de alambre, que caracteriza a un rostro sonrosado de ojos azules. Su música, ceremoniosa, es ejecutada por una orquesta típica huanca.




"Cortamontes"

Son las fiestas más concurridas. Los padrinos, nombrados el año anterior, adquieren elevados árboles y las madrinas se encargan de "vestirlos" los sábados por la noche, con botellas de licor, frutas, zapatos, serpentinas, prendas de vestir y alguna ave de corral.

Esta faena se hace al compás de huaynitos realizados por bandas típicas contratadas especialmente. Al día siguiente los invitados danzan alrededor del árbol portando un hacha. Los padrinos invitan licor y bocadillos hasta que el árbol (el "monte") cae a tierra. Estas fiestas se dan durante los carnavales y las más características se realizan en  Ataura, Muquiyauyo, Marco (Jauja), Hualhuas (Huancayo) y Chupaca.




La "Muliza"

Es una canción seguida de baile y constituye la expresión más fina del sentimiento serrano. Sus versos hablan de la espiritualidad del alma andina, inspirados en sus paisajes y en el encanto de sus mujeres.

El nombre "muliza" tiene orígenes antiguos. Se dice que su marcado ritmo se inspiró en el caminar de las mulas que llevaban los cargamentos de minerales; lo que se sabe con certeza es que está emparentada con la música de la fiesta de "Santiago" o de la marcación del ganado.




La "Tunantada"

Es la danza principal de las fiestas del 20 de enero en Jauja, dedicadas a los patrones San Sebastián y San Fabián (sincretismo cristiano de los señores del trueno y de la lluvia). Los "tunantes" representan a las diferentes clases sociales de la colonia, así como a los numerosos visitantes que venían desde tierras lejanas para curarse en el benigno clima jaujino, por ello, cada personaje de la danza lleva atuendos diferentes.

Las principales figuras son "el español" y "la huanca" (o "la chupaquina"), su amante, chola ostentosa interpretada siempre por hombres disfrazados de mujeres (pues se supone que ninguna jaujina aceptaría representar este papel); "la jaujina", elegantemente vestida y luciendo joyas; los "tucumanos", los "curanderos bolivianos", los "cuzqueños", los "chutos", etc. El centro de atención es el "huatrila", quien al bailar goza burlándose de todo el mundo, hasta de las autoridades presentes.




"Los Avelinos"

En el pueblo de San Jerónimo se baila, cada 30 de setiembre (fiesta patronal), la danza de "los avelinos", personajes que representan a los guerrilleros de las tropas caceristas. Usan una máscara de cuero de venado y su vestimenta consta de un fino terno sobre el cual superponen otro, andrajoso y lleno de parches; calzan ojotas recubiertas de bastante lana y algunos portan mantas, con las cuales torean en la plaza del pueblo.




El "Huaylarsh"

Una danza muy conocida y difundida del valle (y que ha sufrido muchas modificaciones al salir de su contexto rural para convertirse en espectáculo) es el "huaylarsh" o "huaylas". Su origen remoto es la trilla nocturna de los granos (trigo, cebada), tras la cosecha, de allí proviene el fuerte zapateo característico.

La palabra "huaylarsh" designa tanto a la música como a la actividad misma, aunque esta se practica cada vez menos debido a la creciente mecanización de las tareas agrícolas. La danza, en la que intervienen jóvenes de ambos sexos, representa el vistoso galanteo del macho a la hembra del "chihuaco" o zorzal, ave que abunda en esta región.





"Chinchilpos y Gamonales"

El distrito de Huayucachi conserva esta extraña danza donde los "chinchilpos" representan a los pobres y los "gamonales" a la gente adinerada. La coreografía representa una violenta lucha a latigazos por definir la superioridad de alguno de los dos, y por ello llevan vestimentas especiales.




lunes, 20 de octubre de 2014

Ica

De todas las manifestaciones folklóricas la única que conserva su arraigo popular es la "fiesta del árbol yunza"; sin embargo se han olvidado los festejos que despertaban las etapas del cultivo de la vid y la producción de piscos y vinos; los jueves de compadres y comadres; el "corte de pichates"; el "paseo de negritos" y el alegre carnaval de la campiña donde las parejas recibían un chapuzón de "cuerpo entero" en las acequias cargadas de "agua nueva".

"El paseo de los negritos" consistía en cuadrillas de niños, adornados con gorros multicolores,traje blanco y banda roja, que recorrían la ciudad durante la Navidad visitando los nacimientos. Allí, al compás de la música de un violín, bailaban y cantaban villancicos a cambio de una propina.

En la campiña todavía se celebran las "bajadas de reyes" el sábado siguiente al 6 de enero. Después de cada baile las parejas se acercan al nacimiento y "descuelgan" una de las figuras del pesebre a cambio de un donativo que depositan en un platito. La fiesta continúa hasta que se retira la última figura del nacimiento.

La "Yunza"


Se baila de noche y es fiesta de remembranzas, de declaración de amores y felices augurios. Consiste en un baile alrededor de un árbol, generalmente un sauce o cinamomo, grueso y de espeso follaje.




Las parejas, tomadas de la mano, giran danzando al compás de versos tradicionales acompañados de guitarra. Una a una las parejas llegan hasta el mismo árbol, reciben una copa de "cachina" (zumo de uva recién fermentado) y luego realizan un breve zapateo, llevando el varón un hacha al hombro. Primero lo hace la dama y luego el galán, cada uno descarga dos o tres hachazos sobre el árbol pretendiendo tumbarlo. Así la fiesta continúa hasta que finalmente la "yunza" cae derribada.




La pareja que lo logra recibe todas las atenciones de la fiesta. La tradición dice que tendrán un año de suerte y si la dama es soltera, de seguro se casará. Los dos se comprometen a preparar la "yunza" del año próximo y se les nombra mayordomos de la fiesta.

Las "yunzas" se celebran después de los carnavales, durante cuatro semanas, mayormente los días sábados. 


Leyendas Tradicionales

La Achirana del Inca

Los valles de Chincha y Acarí fueron conquistados mientras gobernaba el imperio del gran Pachacutec. Para esta misión Pachacutec contó con la ayuda de su hijo, Tupac Inca Yupanqui. Una tradición cuenta que el cacique Aranvilca opuso resistencia a los conquistadores y estaba próxima a desatarse una acción de armas, cuando ocurrió un hecho impresionante que cambió el curso de los acontecimientos.

Encabezando a los emisarios que fueron a someter al cacique se hallaba Tupac Inca Yupanqui. Al regresar al lado de sus tropas el príncipe vio a una hermosísima joven, Chumbillalla, hija de Aranvilca. Los jóvenes trabaron amistad y así ya no fue necesaria la guerra para conquistar el cacicazgo.

La leyenda dice que Chumbillalla relató al príncipe la angustia de su pueblo por la falta de agua para los campos de cultivo y el monarca ordenó a sus 40 mil hombres que abrieran un canal desde los contrafuertes de los Andes.

Así nació la Achirana del Inca, cauce de 30 km que sirve para el riego de lo que hoy se conoce como Valle Viejo, y que fue abierto en diez días según la tradición, desde Molinos y Trapiche hasta Tate. Es hasta la fecha el más importante acueducto de Ica y proporciona riego a más de 11 mil hectáreas de campiña.




Cori Coyllur

Cuando Huáscar, hijo de Huayna Capac, fue declarado hijo legítimo y sucesor del imperio, todos los gobernantes de las provincias enviaron presentes al nuevo soberano. Inca Topa mandó como presente a una bella doncella, Sullca Cangalla, hija legítima del señor de esos valles.

Huáscar quedó prendado de la belleza de esta joven y la llamó Cori Coyllur (cori = oro; coyllur = estrella), con quien tuvo una hija. Las atenciones del soberano hacia su bella esposa despertaron la envidia de las otras concubinas, que juraron darle muerte.

Un día Huáscar encontró sin vida a Cori Coyllur. El soberano mandó embalsamar el cuerpo y devolvió el cadáver de su amada a la tierra que la vio nacer, Subtanjalla, donde fue enterrada.


Huánuco

Danzas


La danza más popular de todo el departamento es la de los Negritos de Huánuco, que tienen la fiesta central en la Navidad y Pascua de Reyes.

Los orígenes de esta danza están en el trabajo de los esclavos negros en las haciendas coloniales de Huánuco, y en ella se recuerda el ritmo de las faenas agrícolas y el esplendor de las pasadas épocas virreinales.

La danza de los Negritos constituye un original documento coreográfico representativo de la alegría por la libertad y la emancipación.




Los hacendados dejaban temporalmente en libertad a sus esclavos desde el 24 de diciembre hasta el 6 de enero; en ese periodo estos festejaban y holgaban a sus anchas.

En algún momento empezaron a vestir los trajes de gala viejos de sus amos, para visitar los templos y nacimientos y adorar al Niño Jesús con bailes y cantos. Así se fue originando la costumbre de contar, en todas las Navidades, con los negritos como número obligado.

La danza es iniciada por dos negros llamados "caporales", quienes señalan a los demás los pasos a seguir, muy parecidos a al trabajo en los campos.




Estos caporales visten trajes de terciopelo oscuro, bordados con hilos de oro y plata, cuentas de cristal y lentejuelas; llevan en el pecho adornos y en los hombros charreteras doradas. Usan también sombreros adornados con plumas de vivos tonos y cascabeles en las piernas. Además llevan relucientes que remedan rostros de mendigos cubren sus propios rasgos, mientras llevan el compás de la música con sonoras campanillas unidas a gruesos chicotillos.

Otro personaje importante es el viejo hidalgo, también conocido como "corrochano", quien, caracterizado con una máscara de viejo hidalgo español (semejante a las máscaras de la "choguinada" jaujina) y larguísima barba, agita una matraca y un látigo, asustando a los niños.




Otro personaje, con careta blanca, enarbola una bandera en la que se entrecruzan los colores nacionales del Perú y Argentina, representando la acción conjunta de ambos pueblos en la gesta de la emancipación: es el "abanderado". Este personaje se desplaza en torno a los danzarines, como una figura tutelar.




Los negritos se convirtieron en espectáculo indispensable para el pueblo. Si alguien mandaba decir misa en homenaje al Niño Jesús, era obligatorio contratar a los negritos para que bailasen en la puerta del templo. El "mayordomo" era el encargado de contratar a los negritos, encargándose de vestirlos, alimentarlos y hasta de pagarles para que bailasen, y si el número de negros no era suficiente, incluía en la cuadrilla a indios o a criollos pobres, a quienes disfrazaba con la máscara de cuero negro que en la actualidad usan todos los bailarines.




También es importante el carnaval, que se celebra con varios días de fiesta, comenzando el juego con agua el día 20 de febrero, día de San Sebastián. Se realiza la entrada triunfal de don Calixto, rey del carnaval de la ciudad, precedido por correo y bando. El primer jueves siguiente se dedica a "los compadres" y el subsiguiente a "las comadres". El jueves es también el día del halado, colocación y corte de árboles para la "yunza", troncos decorados con pañuelos, canastillas o serpentinas, alrededor de los cuales se danza al compás de la popular cashua y de las mulizas huanuqueñas.




Otras danzas del departamento son el tuy tuy, típica de Llata, en la que participan de cuatro a seis personas disfrazadas, con pantalón negro, paño al hombro y cascabales en los pies; inca, que se practica el 30 de agosto y cuyos danzantes visten terno plomo o azul marino con capa bordada en colores y corona de plata; huancas, con 3 o 4 hombres enmascarados, con pantalón y saco de diferentes colores, en la mano derecha llevan un barrote o lloqui, y en la izquierda un broquel de madera como escudo; mama rayhuana o aymardanza, típica de Ambo, se baila en las fiestas patronales, especialmente en la fiesta del Socorro (15 de agosto), que coincide con el aniversario del departamento. Una cuadrilla de rayhuana consta de 64 danzantes de ambos sexos más los siguientes personajes: dos auquillos, una "capitana", un "cóndor mayor" y otro menor; un zorro, seis gorriones machos y seis hembras, (representados por niños), y un "venado" o lliwchu (niño que lleva una pequeña taqlla o arado de pie).

Los trajes de los danzarines están íntegramente recamados con monedas, que originalmente eran de oro y plata y actualmente son de metales ordinarios.

Tradiciones


La Bella Durmiente


Esta hermosa leyenda intenta explicar el origen de la formación montañosa que parece cuidar la entrada de Tingo María, identificándola como la princesa Nunash, convertida en piedra para acompañar por siempre a su amado, convertido a su vez en el "Pillco Mozo".

En el valle de Huánuco la leyenda dice que el joven Cunyacg se enamoró de la princesa del valle del Pillco, Nunash, siendo tan grande su amor que, desafiando a la oposición del padre de ella, se instalaron en un lugar cercano a Pachas, donde Cunyacg levantó un palacio y bautizó la zona con el nombre de Nunash en homenaje a su amada.

El padre de la joven, el curaca Achapari Yunquilli Tópac, envió a un gran ejército comandado por el terrible Amaru, monstruo en forma de serpiente alada, para rescatar a Nunash,que estaba destinada a ser la esposa del mejor de los guerreros de su padre.

Al ver al gran ejército acercarse, Cunyacg ordenó a Nunash que huyera y avisara a sus guerreros para que se le unieran en la resistencia; ella salió a cumplir con su misión, mientras él esperaba a las tropas del curaca dispuesto a morir antes que separarse de su amada.

Sin embargo, cuando vio al enorme y poderoso Amaru al frente del contingente de guerreros, sintió miedo e intentó huir. El Amaru entonces, al ver que el mozo corría, lo convirtió en piedra.




Antes de petrificarse completamente, Cunyacg ordenó a Nunash que huyera a la selva para librarse de la cólera de su padre; al oír esto, el Amaru se dirigió volando a la selva y, cuando descubrió a la princesa a orillas de un río, sentenció que se convirtiese en una enorme montaña, para que el castigo a la desobediencia de ambos jóvenes sirviese de ejemplo a la posteridad. Así, actualmente podemos apreciar a los amantes en eterno reposo: a Nunash como la "Bella Durmiente" en Tingo María, y a Cunyacg como el "Pillco Mozo" (en el cerro Marabamba), a la entrada de Huánuco.

Otra versión de esta leyenda, recogida en Tingo María, cuenta que Cunyacg se convirtió en piedra mientras sus aliados, avisados por Nunash, vencían a los enemigos. Desafortunadamente, Cunyacg no logró retornar después a su forma humana. Nunash, cansada de buscar a su amado por todas partes, se sentó a descansar, cerca de la piedra en la que él se había convertido, quedándose dormida; escuchó entonces la voz de Cunyacg, que le decía: "Mi voluntad fue pedir a los dioses que me convirtiesen en piedra y mi pedido fue concedido. Ahora soy una miserable piedra condenada a permanecer de pie. Si de veras me has querido, deja que te convierta en una hermosa figura de mujer sobre este cerro". Nunash aceptó, quedando desde entonces convertida en la enigmática "Bella Durmiente".




Trucay


La palabra proviene del quechua trucachum, que significa cambiar una cosa por otra: consiste en la elección de un nuevo "mayordomo" para la fiesta patronal del próximo año (ya sea voluntario o forzoso). Después de la misa con la que finaliza la fiesta, los nuevos "mayordomos" se presentan en las gradas del altar del santo, besan el estandarte y realizan una procesión por las principales calles de la localidad, acompañados de sus amigos y familiares; van bailando y reciben del "mayordomo" renunciante, cestos con bizcochos, panes de maíz o jaratantas (obsequio obligado a familiares, amigos y vecinos, adorno para la "yunza" y ofrenda a los "mayordomos" entrantes), muñecos de pan o guaguas, frutas, cuyes, charqui, licores, etc. El "cambio" se acompaña con el chimayche, melodía lenta realizada por las bandas.




Estos cestos (bendecidos por el sacerdote) son entregados al pueblo el último día de la fiesta a las 12 de la noche y los que reciben los presentes se comprometen a colaborar en la fiesta del año siguiente, ya sea con dinero, fuegos pirotécnicos, comida, ropas, etc. También se realiza la despedida de la ayhualla (fiesta) con quema de "castillos", salida de la banda de músicos y pandillas de bailarines por las calles, al son de la cashua.

"Jirca Shogay"


Es un rito costumbrista de los ganaderos de la provincia de Huamalíes, en el que agradecen a los jircas (cerros) por haber cuidado de sus animales, y se celebra con el conteo, esquila y marcación del ganado, Se reúnen dueños, pastores y allegados, quienes toman de sus huallquis (bolsas de cuero), las mejores y más grandes hojas de coca para ofrendarlas al jirca tutelar, depositándolas en alguna hendidura de la tierra o dentro de algún arbusto, junto con un cigarro y una copa de aguardiente. Luego, los participantes pasan la noche masticando la coca, bebiendo aguardiente y fumando. Con ellos se espera un año próspero, con aumento de sus ganados.


miércoles, 15 de octubre de 2014

Huancavelica

La danza de las tijeras


Aunque es una danza muy común en los departamentos que pertenecen a las áreas culturales chanca (Huancavelica, Ayacucho, Apurímac y una parte de Arequipa), en Huancavelica presenta su propio estilo y música.

Aquí los danzantes son conocidos como tusuq, mientras que en Apurímac son llamados saqras y en Ayacucho dansaq.

La cuna de los danzantes de tijeras en Huancavelica es el pueblo de Paucará (Acobamba), donde, desde hace mucho tiempo, todas las fiestas cuentan con la presencia de esta danza.




Los tusuq layqas, antecesores de los danzantes de tijeras, eran considerados sacerdotes, adivinos, brujos y curanderos y eran muy respetados en todo el pueblo. Al llegar los españoles y desterrar las antiguas costumbres agrícolas para establecer las mitas mineras, fueron también los principales perseguidos, puesto que se resistían a abandonar sus tradiciones ancestrales.

Eran llamados supaypa wawan (hijos del diablo) y se refugiaban en las alturas. Como los españoles no lograron borrar la mitología andina, los aceptaron en su sociedad con la condición de que danzaran en honor a su Dios; es decir, que participasen en los rituales de la religión católica.

Actualmente, la danza de tijeras es una danza clásica, ritual, de carácter mágico y religioso, en la que se representa a los espíritus de la pachamama, yacumama, hanaccpacha, ucupacha y otros wamanis (dioses andinos), así como diferentes aspectos de la vida del poblador de la región.




La danza está influenciada por los bailes que trajeron los españoles, especialmente las jotas, contradanzas y minúes, así como por la vestimenta de los señores virreinales.

El uso de las tijeras, constituidas por una tijera hembra y otra macho, se debe a que los tusuq, sometidos a las explotaciones mineras y de fundiciones, buscaban una aleación de metales que expresase sus sentimientos y los espíritus de sus antepasados.

El atuendo de los danzantes es variado, dependiendo del personaje y de las circunstancias. En la época colonial empezaron a imitar los brillantes uniformes militares. Así los bordados con hilos metálicos fueron representando los seudónimos de los danzantes y figuras de la naturaleza que aparecen en los trajes actuales, que llevan plumajes, sombrero, peluca, pechera, camiseta, casaca, faja, pantalón, mangas, medias, plantillas o zapatillas, pañuelos, guantes y por supuesto las tijeras.

La danza de las tijeras en Huancavelica se puede clasificar en: danza mayor o de competencia (atipanacuy); danza menor o qolla alva, que se baila por las noches; y zapateos, realizados en las festividades navideñas. Los danzantes tienen una vocación casi sacerdotal, inician su aprendizaje durante la infancia, lo cual se transmite de generación en generación.




Religiosidad popular

Adoración de los Reyes Magos


Es la fiesta religiosa más típica de los huancavelicanos. Desde 1980, cada 6 de enero se representa el viaje de los Reyes Magos hasta Belén y su adoración al Niño Dios. Al mediodía, los tres Reyes Magos parten a caballo del templo de San Francisco, y en cada esquina pronuncian discursos sobre el motivo del viaje que los llevará hasta el Mesías. Los diálogos suceden hasta la plazuela de Santo Domingo; tras un breve descanso, simulan estar en Jerusalén y preguntan por el Mesías prometido. Herodes los manda llamar y con ellos se inicia otro diálogo para indagar sobre el motivo de su viaje. Luego los Reyes Magos continúan su recorrido hasta el atrio de la iglesia de San Francisco, donde hay un pesebre; allí brindan reverencia al Niño, la Virgen y San José.



Fiesta del Niño Perdido


Doce bailarines disfrazados de negros, más un hombre vestido de negra (la "Mariarosa" o "Marica") y el "Huajrasenaja" (que lleva una máscara de rostro español y un látigo) aparecen en Yananaco, uno de los barrios de la ciudad, y se dirigen a la plazuela de Santo Domingo, de donde salen a la noche siguiente (con atuendos de colores, sombreros de paja y pantalón blanco) a bailar el "zapatín".




El Niño Perdido sale en procesión cada 14 de enero de Santo Domingo, seguido por sus hermanitos "Ani Corazón" y "Fajardo", acompañados de su madre María Belén y de San José. Terminada la procesión los negros realizan durante dos horas otra danza y después de un breve descanso vuelve a salir el grupo a bailar a las calles.



Fiesta de San Sebastián


En la antiguedad se celebraba representando una batalla entre "moros" y "cristianos", disfrazados con máscaras, protegidos con planchas de hierro y gruesas pieles, y armados con garrotes; en ocasiones esta simulación servía de pretexto para resolver riñas personales, que a veces terminaban en la muerte de uno de los combatientes. Actualmente la fiesta gira únicamente alrededor del santo, con ferias y fuegos artificiales cada 20 de enero.



Semana Santa


Las celebraciones empiezan el Domingo de Ramos, con la feria de Lircay, y concluyen el Domingo de Resurrección con la feria de Huancavelica, reuniendo a comerciantes, ganaderos y campesinos que visten sus mejores trajes; los jóvenes solteros usan una flor en el sombrero, para indicar que aún están buscando pareja.

El Jueves y Viernes Santo la población sale a las calles para participar de las ceremonias religiosas. Entre las procesiones y ceremonias de estas fechas, las más importantes son la del Señor del Desprendimiento, la de Jesús Nazareno, de la Virgen de los Dolores y el Santo Sepulcro.