"El universo de danzas del Cuzco es testimonio de la grandeza del incanato, pues a él llegaron todas las danzas de los pueblos sojuzgados y de allí irradiaron a su vez con magnificencia y señorío", dice la notable folklorista peruana Mildred Merino de Zela.
Desde sus grandiosas fiestas, comenzando por el Inti Raymi y pasando por las grandes fiestas religiosas, el trabajo agrícola es fuente inagotable de bailes, música y cántico.
Los incas trabajaban cantando. Durante la faena de la siembra, el varón obsequia a su elegida un buen plato de su merienda, moccon tullo, que ella más tarde corresponderá con el mallki, lindo y sabroso arreglo que semeja un árbol en miniatura, mientras que las cantoras entonan la huanca de la siembra rogando que la cosecha sea buena y abundante.
Entre los bailes más populares del Cuzco se hallan la kachampa, del ritmo del huayno; la siclla o baile de doctores y abogados; el baile de "chunchos", que imita a los selváticos, con las cabezas emplumadas y saltando al son de pitos y tambores, acompañados por loros, osos y monos.
Los "pusamorenos" se visten con capa, chaqueta y pantalón corto confeccionados de plata y oro. Tocan la zampoña y hacen figuras en grupo al ritmo de tambor, bombo y platillos.
Los "llameros" imitan con su vestimenta a los hombres de la puna y llevan en su atado charqui de llama con maíz tostado, que obsequian al público.
Los "camiles" llevan alpargatas, poncho de vicuña, sombrero de paja con cintas y su alforja al hombro llena de yerbas y remedios caseros, haciendo demostraciones de curanderismo.
A fines del mes de junio, al empezar el solsticio de invierno y coincidiendo con el inicio de las cosechas, se celebra en el Cuzco el Inti Raymi, la más grandiosa fiesta del imperio de los incas, y posiblemente "la más alta y espléndida de toda América precolombina" (según Luis A. Pardo).
En la víspera, en horas de la noche se apagaban los fuegos en todo el imperio y en la plaza de Huacaypata (hoy plaza de armas) se reunían los personajes más brillantes.
En la oscuridad, la multitud esperaba con gran respeto y en completo silencio, la aparición del Sol, generales, príncipes, reyes, toda la nobleza de todas partes del imperio, muchos de ellos disfrazados de fieras y animales de la mitología andina.
En esta fiesta, el jefe del imperio 'inducía' al dios Sol, justo cuando llegaba a su máxima lejanía y comenzaba a aproximarse al Cuzco, a volver con sus rayos a fecundar la tierra y a procurar el bienestar de los hijos del gran impero del Tahuantinsuyo.
La multitud en cuclillas y con los brazos abiertos, saludaba al Sol.
El Inca cogía dos vasos de oro llenos de chicha, brindaba con el Sol y vaciaba su contenido en una gran fuente de oro que estaba en el centro de la plaza de Huacaypata.
Luego el Inca tomaba un sorbo del otro vaso y lo repartía entre la nobleza. Después todos desfilaban hasta el Coricancha para dar reverencia al Sol.
Después, el cortejo desfilaba de regreso a la plaza Huacaypata. Encabezaban el desfile los grandes estandartes del Tahuantinsuyo, los soldados con sus armas, los generales con sus escudos, los nobles con sus lujosas vestiduras, las acllas, los reyes y príncipes de las tierras conquistadas.
Y al final de la multitud venía la litera del Inca, de oro puro, seguido por los tika taka que esparcen flores en el camino.
En la plaza, frente al altar y al Inca, el tarpuntay (sacerdote) realiza el sacrificio de una llama blanca o negra.
Las vísceras son entregadas al capa-rikuy (que hace los vaticinios), mientras el wirapiruj toma el sebo y hace sus augurios observando el humo. Y, comenzando por el Inca, todos comen el sanco (pan de maíz) mojado por la sangre de la llama.
Después los vaticinios son comunicados al willac umo y trasmitidos por éste al Inca.
En la actualidad, el 24 de junio de cada año se realiza este esplendoroso rito inca, con un guión preparado por especialistas. La representación se realiza en la explanada de Sacsahuaman, porque la extensión de la original Huacaypata fue reducida por los españoles.
La inversión para esta fiesta supera los 250 mil dólares y participan en ella 200 personajes, con una impresionante escenografía. El personaje del Inca es elegido por un concurso de calificación y su aparición es admirable, en litera cargada por ocho vasallos, luciendo un traje con colores del Tahuantinsuyo, brazaletes dorados y un adorno de plumas sobre la cabeza.
Una vez que el willac umo ha transmitido la interpretación de los vaticinios, el Inca ordena la retirada, estallando así la algarabía que durará varios días.
La procesión del Corpus Christi
Es la mayor celebración del catolicismo en la antigua capital de los incas.
Aunque el Corpus cae en jueves, la fiesta comienza el día anterior, cuando se realizan las "entradas" (llegada de las imágenes), traídas a pie o en camión para que, reunidas con los demás santos y vírgenes, "duerman" en la catedral.
Al día siguiente millares de peregrinos de diversos pueblos esperan en la plaza de armas la salida de las imágenes y la tradicional vuelta procesional a la plaza.
Sobre los hombros de indígenas, salen las imágenes: la "mamacha" Belén, patrona del Cuzco, con sus enjoyadas prendas y sus andas de plata; San Antonio, que favorece los matrimonios; San Jerónimo, a quien se invoca para resolver problemas legales; San Sebastián, santo de los soldados y militares; San Blas, patrón de los artesanos; San Santiago, montado a caballo; Santa Ana; Santa Bárbara; la Virgen de los Remedios; la Virgen de la Natividad; San Pedro y San José. Le sigue un conjunto de santos y ángeles, ñustas, banda de música, etc.
El Señor del Hielo (Q'oyllor-riti)
Patrón del Cuzco e imagen más venerada de la comarca, que se encuentra en la catedral.
Desde que Carlos V envió desde Cádiz la famosa imagen, ningún pincel se atrevió a retocarla. El tiempo, el polvo, el humo del incienso y de los cirios han ennegrecido la imagen, convirtiéndola en un extraño Cristo indio, de aspecto aterrador bajo su brillante corona.
En la tarde del lunes de Pascua, sale en procesión esta imagen, sobre sus andas de plata.
Virgen del Carmen de Paucartambo
La fecha central es el 16 de julio, cuando sale en procesión la imagen de esta virgen, que fue salvada de las aguas del Amarumayo a donde había caído "con el pecho herido por las flechas de los chunchos" (según Alfonsina Barrionuevo). Se dice que en su fiesta la mamacha se viste como una princesa, querubines de carne y hueso forman su corte y los qhapaq chunchos (sus bailarines favoritos) hacen guardia en torno a sus andas. Por tradición los colores de su cara son señal de buen o mal augurio: si está rosada vendrán épocas de bienestar, en cambio si sus mejillas palidecen hay que temer sus enojos.
Entre los danzantes que bailan hasta tres días seguidos, se encuentran los saqras, conjuntos de diablos; los huaca huacas, que parodian las corridas de toros; la contradanza, baile que parodia a los artesanos; los sicllas, que se burlan de la justicia de los blancos; otras escenas como las de la "guerrilla" (simulación de batalla entre chunchos y collas) y la del "bosque" (arrojo masivo de frutas). Al final, la bendición de la Virgen en el puente Carlos III.
El Señor de Huanca
El santuario del Señor de Huanca es uno de los lugares más importantes de peregrinación desde hace más de 200 años, en especial cada 14 de setiembre.
La imagen fue pintada en 1675 por un humilde minero llamado Diego Quispe, a quien se le apareció el Señor luego de que se escondiera en la región para huir del régimen esclavizante de las minas. Casi un siglo después de estos hechos, se inicia la devoción que en la actualidad reúne a peregrinos de Perú, Chile, Bolivia y Brasil. Se dice que para que se cumpla una petición hay que visitar al Señor de Huanca tres años seguidos. Muchos llegan con un carro o casita de juguete y los colocan al pie de la imagen, con la esperanza de poder obtener ese objeto realmente.
Tikaranticuy (Mercado o venta de flores)
Se realiza en vísperas de Navidad, con todas las plantas ornamentales, silvestres y medicinales de la región, en un espectáculo muy colorido.
Santuranticuy (Mercado o venta de santos)
Es una feria navideña que se remonta al siglo XVI. Dura todo el día y toda la noche del 24 de diciembre, se celebra en la plaza de armas y en el transcurso de esta fiesta se exponen todos los artículos de artesanía popular de diversos pueblos. Son bellas figurillas para alegrar las fiestas navideñas. Al pie de las gradas de la catedral se venden artículos de barro cocido traídos de Pucará y Puno. También se venden miniaturas de objetos (camiones, tractores, etc.) para ponerlos como ofrenda en el nacimiento y que representan el favor solicitado.
En los portales se acomodan los vendedores de artículos de lana, objetos de madera, de yeso; velas de colores, figurillas de pastores con vestimenta típica, cartón pintado, etc. Sin embargo, la figura más importante es la del "Manuelito" (versión peruana del pequeño Emmanuel de Belén).
Cruz Velacuy (Velada de la Cruz)
Realizada en la noche del 2 de mayo en distintos pueblos de la región, haciéndose el "amarre", acto en el que se preparan los altares con flores, figuras de papel, velas o fuegos artificiales. Hombres y mujeres agarrados de las manos beben y bailan hasta el amanecer acompañados de bandas de músicos.
Al día siguiente todas las cruces van en procesión hasta los templos, para la celebración de la misa.
Las más interesantes son las de los cerros Peñon del Ángel, Fortaleza, Picchu y Tetecaca.
Desde sus grandiosas fiestas, comenzando por el Inti Raymi y pasando por las grandes fiestas religiosas, el trabajo agrícola es fuente inagotable de bailes, música y cántico.
Los incas trabajaban cantando. Durante la faena de la siembra, el varón obsequia a su elegida un buen plato de su merienda, moccon tullo, que ella más tarde corresponderá con el mallki, lindo y sabroso arreglo que semeja un árbol en miniatura, mientras que las cantoras entonan la huanca de la siembra rogando que la cosecha sea buena y abundante.
Entre los bailes más populares del Cuzco se hallan la kachampa, del ritmo del huayno; la siclla o baile de doctores y abogados; el baile de "chunchos", que imita a los selváticos, con las cabezas emplumadas y saltando al son de pitos y tambores, acompañados por loros, osos y monos.
Los "pusamorenos" se visten con capa, chaqueta y pantalón corto confeccionados de plata y oro. Tocan la zampoña y hacen figuras en grupo al ritmo de tambor, bombo y platillos.
Los "llameros" imitan con su vestimenta a los hombres de la puna y llevan en su atado charqui de llama con maíz tostado, que obsequian al público.
Los "camiles" llevan alpargatas, poncho de vicuña, sombrero de paja con cintas y su alforja al hombro llena de yerbas y remedios caseros, haciendo demostraciones de curanderismo.
Fiesta del Inti Raymi
A fines del mes de junio, al empezar el solsticio de invierno y coincidiendo con el inicio de las cosechas, se celebra en el Cuzco el Inti Raymi, la más grandiosa fiesta del imperio de los incas, y posiblemente "la más alta y espléndida de toda América precolombina" (según Luis A. Pardo).
En la víspera, en horas de la noche se apagaban los fuegos en todo el imperio y en la plaza de Huacaypata (hoy plaza de armas) se reunían los personajes más brillantes.
En la oscuridad, la multitud esperaba con gran respeto y en completo silencio, la aparición del Sol, generales, príncipes, reyes, toda la nobleza de todas partes del imperio, muchos de ellos disfrazados de fieras y animales de la mitología andina.
En esta fiesta, el jefe del imperio 'inducía' al dios Sol, justo cuando llegaba a su máxima lejanía y comenzaba a aproximarse al Cuzco, a volver con sus rayos a fecundar la tierra y a procurar el bienestar de los hijos del gran impero del Tahuantinsuyo.
La multitud en cuclillas y con los brazos abiertos, saludaba al Sol.
El Inca cogía dos vasos de oro llenos de chicha, brindaba con el Sol y vaciaba su contenido en una gran fuente de oro que estaba en el centro de la plaza de Huacaypata.
Luego el Inca tomaba un sorbo del otro vaso y lo repartía entre la nobleza. Después todos desfilaban hasta el Coricancha para dar reverencia al Sol.
Después, el cortejo desfilaba de regreso a la plaza Huacaypata. Encabezaban el desfile los grandes estandartes del Tahuantinsuyo, los soldados con sus armas, los generales con sus escudos, los nobles con sus lujosas vestiduras, las acllas, los reyes y príncipes de las tierras conquistadas.
Y al final de la multitud venía la litera del Inca, de oro puro, seguido por los tika taka que esparcen flores en el camino.
En la plaza, frente al altar y al Inca, el tarpuntay (sacerdote) realiza el sacrificio de una llama blanca o negra.
Las vísceras son entregadas al capa-rikuy (que hace los vaticinios), mientras el wirapiruj toma el sebo y hace sus augurios observando el humo. Y, comenzando por el Inca, todos comen el sanco (pan de maíz) mojado por la sangre de la llama.
Después los vaticinios son comunicados al willac umo y trasmitidos por éste al Inca.
En la actualidad, el 24 de junio de cada año se realiza este esplendoroso rito inca, con un guión preparado por especialistas. La representación se realiza en la explanada de Sacsahuaman, porque la extensión de la original Huacaypata fue reducida por los españoles.
La inversión para esta fiesta supera los 250 mil dólares y participan en ella 200 personajes, con una impresionante escenografía. El personaje del Inca es elegido por un concurso de calificación y su aparición es admirable, en litera cargada por ocho vasallos, luciendo un traje con colores del Tahuantinsuyo, brazaletes dorados y un adorno de plumas sobre la cabeza.
Una vez que el willac umo ha transmitido la interpretación de los vaticinios, el Inca ordena la retirada, estallando así la algarabía que durará varios días.
Principales fiestas religiosas
La procesión del Corpus Christi
Es la mayor celebración del catolicismo en la antigua capital de los incas.
Aunque el Corpus cae en jueves, la fiesta comienza el día anterior, cuando se realizan las "entradas" (llegada de las imágenes), traídas a pie o en camión para que, reunidas con los demás santos y vírgenes, "duerman" en la catedral.
Al día siguiente millares de peregrinos de diversos pueblos esperan en la plaza de armas la salida de las imágenes y la tradicional vuelta procesional a la plaza.
Sobre los hombros de indígenas, salen las imágenes: la "mamacha" Belén, patrona del Cuzco, con sus enjoyadas prendas y sus andas de plata; San Antonio, que favorece los matrimonios; San Jerónimo, a quien se invoca para resolver problemas legales; San Sebastián, santo de los soldados y militares; San Blas, patrón de los artesanos; San Santiago, montado a caballo; Santa Ana; Santa Bárbara; la Virgen de los Remedios; la Virgen de la Natividad; San Pedro y San José. Le sigue un conjunto de santos y ángeles, ñustas, banda de música, etc.
El Señor del Hielo (Q'oyllor-riti)
Una gigantesca cruz hecha de flores de uchu guía a los miles de peregrinos que anualmente en la fiesta del Corpus acuden hasta ese lugar para rendir homenaje y fe al Señor de Coyllorite.
Para los campesinos del Cuzco, Puno, Arequipa y Apurímac, el peregrinaje a Coyllorite (lucero de nieve), es certeza de bienaventuranzas y por eso el viaje lo hacen a pie.
Al llegar a Coyllorite realizan sus danzas, a menudo combinadas con actos de penitencia, como el caminar de rodillas sobre la nieve. La antevíspera se realiza la procesión de la Virgen y la cruz de Tayancani. Al día siguiente los ukukos (disfrazados de osos) y los machus (viejos) suben a los glaciares y regresan al rayar la aurora cargando bloques de hielo sobre sus espaldas. Mientras más grande sea el bloque, mayores serán las bendiciones conseguidas.
Luego todos se dirigen donde están los "celadores" y les cuentan sus pecados pidiendo a gritos castigo. Entonces la nieve se cubre de hilos de sangre que caen de las heridas abiertas por los azotes.
Cerca de 50 mil peregrinos, no sólo del Perú sino también de Argentina, Chile y Bolivia, recorren a pie los 9 km que separan el pueblo de Mawayani y el santuario.
Con temperaturas mínimas de -4 °C y a casi 5 mil m de altura, los peregrinos solicitan mejores cosechas y salud para sus familias y animales.
El Señor de los Temblores
Patrón del Cuzco e imagen más venerada de la comarca, que se encuentra en la catedral.
Desde que Carlos V envió desde Cádiz la famosa imagen, ningún pincel se atrevió a retocarla. El tiempo, el polvo, el humo del incienso y de los cirios han ennegrecido la imagen, convirtiéndola en un extraño Cristo indio, de aspecto aterrador bajo su brillante corona.
En la tarde del lunes de Pascua, sale en procesión esta imagen, sobre sus andas de plata.
Virgen del Carmen de Paucartambo
La fecha central es el 16 de julio, cuando sale en procesión la imagen de esta virgen, que fue salvada de las aguas del Amarumayo a donde había caído "con el pecho herido por las flechas de los chunchos" (según Alfonsina Barrionuevo). Se dice que en su fiesta la mamacha se viste como una princesa, querubines de carne y hueso forman su corte y los qhapaq chunchos (sus bailarines favoritos) hacen guardia en torno a sus andas. Por tradición los colores de su cara son señal de buen o mal augurio: si está rosada vendrán épocas de bienestar, en cambio si sus mejillas palidecen hay que temer sus enojos.
Entre los danzantes que bailan hasta tres días seguidos, se encuentran los saqras, conjuntos de diablos; los huaca huacas, que parodian las corridas de toros; la contradanza, baile que parodia a los artesanos; los sicllas, que se burlan de la justicia de los blancos; otras escenas como las de la "guerrilla" (simulación de batalla entre chunchos y collas) y la del "bosque" (arrojo masivo de frutas). Al final, la bendición de la Virgen en el puente Carlos III.
El Señor de Huanca
El santuario del Señor de Huanca es uno de los lugares más importantes de peregrinación desde hace más de 200 años, en especial cada 14 de setiembre.
La imagen fue pintada en 1675 por un humilde minero llamado Diego Quispe, a quien se le apareció el Señor luego de que se escondiera en la región para huir del régimen esclavizante de las minas. Casi un siglo después de estos hechos, se inicia la devoción que en la actualidad reúne a peregrinos de Perú, Chile, Bolivia y Brasil. Se dice que para que se cumpla una petición hay que visitar al Señor de Huanca tres años seguidos. Muchos llegan con un carro o casita de juguete y los colocan al pie de la imagen, con la esperanza de poder obtener ese objeto realmente.
Tikaranticuy (Mercado o venta de flores)
Se realiza en vísperas de Navidad, con todas las plantas ornamentales, silvestres y medicinales de la región, en un espectáculo muy colorido.
Santuranticuy (Mercado o venta de santos)
Es una feria navideña que se remonta al siglo XVI. Dura todo el día y toda la noche del 24 de diciembre, se celebra en la plaza de armas y en el transcurso de esta fiesta se exponen todos los artículos de artesanía popular de diversos pueblos. Son bellas figurillas para alegrar las fiestas navideñas. Al pie de las gradas de la catedral se venden artículos de barro cocido traídos de Pucará y Puno. También se venden miniaturas de objetos (camiones, tractores, etc.) para ponerlos como ofrenda en el nacimiento y que representan el favor solicitado.
En los portales se acomodan los vendedores de artículos de lana, objetos de madera, de yeso; velas de colores, figurillas de pastores con vestimenta típica, cartón pintado, etc. Sin embargo, la figura más importante es la del "Manuelito" (versión peruana del pequeño Emmanuel de Belén).
Cruz Velacuy (Velada de la Cruz)
Realizada en la noche del 2 de mayo en distintos pueblos de la región, haciéndose el "amarre", acto en el que se preparan los altares con flores, figuras de papel, velas o fuegos artificiales. Hombres y mujeres agarrados de las manos beben y bailan hasta el amanecer acompañados de bandas de músicos.
Al día siguiente todas las cruces van en procesión hasta los templos, para la celebración de la misa.
Las más interesantes son las de los cerros Peñon del Ángel, Fortaleza, Picchu y Tetecaca.
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